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Está chido precopear aquí porque…
Esta cantina tiene muchísima historia, gracias a su avanzada edad de 130 años. Dicen que es la más vieja que se conserva en Latinoamérica. Los que planearon el centro de Tlalpan fueron unos malditos genios. A la izquierda de la cantina esta una farmacia –para curarte- y después una iglesia –para arrepentirte- y justo en frente, el palacio municipal –a casarte o poner tus cachivaches a nombre de otro-. Esto depende de que tanto te hayas divertido en la Jalisciense.
Desafortunadamente, esa genialidad desapareció tiempo después , ya que por ley, no puede haber una cantina cerca de una iglesia o de un palacio municipal.
Pero yo iba a alimentarme. Primero una León para que se fuera acostumbrando el estómago a recibir alimento. Después me reencontré con un amor de mi juventud: el jamón de puerco, ¡oh dulce manjar!. En forma de una torta con queso fui feliz. Por su puesto, una excelente compañía con su respectiva plática me comencé a relajar.
La Jalisciense es una cantina tradicional y auténtica. Quien sólo ha ido a una franquicia de esas que disque remedian algo, ha vivido en el error. Anahi quien es de mis antiguas amigas de la prepa, tiene la excelente costumbre de tomar alcohol, por lo que es reconocida y famosa en el lugar. Don Fernando Fernandez (el dueño) nos platica y nos presume un sombrero muy peculiar. Y por supuesto, no puede faltar el cantante, Don Armando que nos dedicó algunos boleros a nuestra salud.
El centro de Tlalpan conserva ese aire que tienen los pueblitos: trasparente. Sin embargo y contrarrestando a lo caótico de la ciudad, es muy tranquilo. Su plaza tiene un quiosco, un elotero, un loco que mendiga, los tamales de la esquina –con champurrado y en torta-, la panadería, el mercado, los restaurantitos con terraza, las elecciones perredistas, los borrachines miados y tirados, el viejito que usa traje, los novios que se manosean, las flores en las esquinas.
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