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jueves, 27 de abril de 2017

LA CERVEZA AZORRILLADA (Skunky Thiol)

¿Alguna vez has destapado una cerveza que apesta a todo menos a cerveza? o escuchado decir a alguien "¡Guácala! Esta cerveza está echada a perder, esta quemada.” 

Lo primero que hay que recordar es que el olor es una de las cualidades de cualquier cerveza. Todas las cervezas tienen color, sabor y aroma. De hecho todo lo que los humanos comemos y tomamos también lo tienen. El olfato es una herramienta extraordinaria que nos previene de no consumir alimentos que puedan hacernos daño, por eso cada que algo nos huele mal dudamos en probarlo…y eso incluye una cerveza.

Los diferentes tipos y estilos de cerveza huelen a diferentes cosas. Algunas huelen a café tostado, otras huelen a hierbas, a flores, a nueces, a chocolate, a humo, a frutas…o a zorrillo, sin embargo en esta parte del mundo tenemos un serio problema con el olor de las cervezas y por eso lo matamos. Así de fácil, y la forma más simple de aniquilar el olor de cualquier cerveza es enfriándola excesivamente. De hecho la forma más simple de eliminar el olor de cualquier cosa es enfriándola hasta que elimine cualquier olor y –de paso- cualquier sabor. El frio es tan efectivo para lograr ese fin que incluso el hedor de un pedazo de carne podrida puede ser neutralizado si se congela. Escoge una botella del vino rojo más exquisito, el que más te guste…enfríalo hasta punto de congelación… abre la botella…sírvete una copa….¿qué obtienes? ¡nada! El olor y el sabor se habrán esfumado como por arte de magia. Con la cerveza sucede exactamente lo mismo.

Todo este rollo es para decirles que los olores son buenos, no les tengamos miedo. Si un vino huele a tripas no significa que esté malo, si una cerveza huele a zorrillo tampoco. Lo único que esta sucediendo es que el estilo de cerveza que están tomando es seguramente una Pilsner o algo alrededor de eso. Estas cervezas cuando se toma a la temperatura adecuada (entre 4 y 7 grados centígrados) sueltan todo su aroma y sabor inundando tus sentidos.

Algunos de los olores en la cerveza se los debemos de adjudicar al lúpulo, particularmente el olor a zorrillo. Este olor es característico de ciertos tipos de lúpulo como el Saaz que crece abundantemente en el sur de la República Checa con el que se fabrica la cerveza estilo Pilsner. Este lúpulo al fermentarse junto con la mezcla de la cerveza desarrolla un componente químico conocido entre los fabricantes de cerveza como “Skunky Thiol” o “Tiol Azorrillado”. El nombre le fue dado debido a que este mismo componente se encuentra en las glándulas de los zorrillos. (Hasta donde tengo entendido).

Las cervezas Pilsner y algunas otras Lagers son susceptibles de desarrollar esos olores, por eso los fabricantes se previenen colocando el producto en botellas en colores que limiten el ingreso de luz, sobre todo si su producto tiene que trasladarse a puntos lejanos o van a tardar en ser consumidas. Además de luz la temperatura es otro factor que puede propiciar el desarrollo de estos aromas. Una cosa en muy importante anotar: el hecho de que estas cervezas desarrollen eventualmente estos olores y sabores no significa en ningún momento que estén echadas a perder. Siguen siendo cervezas perfectamente tomables que desarrollaron de más algunas de sus características propias, igual que lo hacen algunos vinos en ciertas condiciones.

La cerveza es una bebida “viva”, sobre todo la cerveza artesanal o “Craft Beer”, que sigue evolucionando aun después de haber dejado la fábrica. Las variaciones que puedan existir entre una botella y otra son comunes y, agregaría, deseables. Huyan de la estandarización que “plastifica” los sabores y los aromas de la cerveza, busquen siempre opciones que les permitan ampliar su memoria de recuerdos hedonistas y no se asusten cuando descubran cosas nuevas….es lo mejor que puede pasarle a un cervecero de corazón.

La Cerveza Quemada

En México hay innumerable cantidad de mitos cerveceros; creencias que son tan populares que ni siquiera las cuestionamos. En esta serie escrita para los cerveceros nos adentraremos al mundo de estos mitos para desmentirlos o corroborarlos, y en esta ocasión se trata de la “cerveza quemada”. 

Se cree que cuando una cerveza se enfría y se entibia más de una ocasión, ésta se quema, es decir, empieza a tener un sabor extraño; se amarga o simplemente pierde el sabor que le caracteriza. Pues es mentira. La cerveza no se quema ya que la gran mayoría de las cervezas están pasteurizadas, lo que significa que pasan por un proceso térmico que da muerte a las bacterias y que detiene el crecimiento de la levadura después de que se embotella.
Entonces, independientemente de que se enfríe y se caliente una y otra vez una chela, ésta nunca va a perder el sabor que la caracteriza. Lo que sí puede pasar es que se “azorrille”, que no tiene nada que ver con la temperatura, sino con el oxígeno, pero sobre todo, con la luz.

Si una cerveza tiene contacto directo con la luz, el proceso de oxidación aumenta considerablemente, lo que ocasiona que el sabor de la cerveza cambie y por ende, se amargue.
Así que ya sabes, la cerveza NO se quema

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