Se trata de una obra que se ubica más allá de cualquier montaje mexicano que haya pasado por cartelera en el pasado próximo. Está en otro nivel. Sin querer sonar a comercial, más bien como advertencia si le gusta el teatro y está cansado del teatro hecho a la antigua: no se la puede perder.
¿Qué diablos es Cock?
Los actores saben que no hay en español una traducción literal pero si hay un significado que se intuye próximo: ‘Cock’ hace alusión al ‘pene’ pero la referencia es metafórica. El significado más adecuado para una traducción sería aquella primera gráfica de un pene, de autor anónimo, que apareció un buen día de los 60 en el baño de una cantina en la colonia Tacubaya en el DF, emblema al que de manera célebre se le conoce como el “gallito inglés”.
El fallecido escritor Armando Jiménez Farías lo expresó así: “Este es el gallito inglés, míralo con disimulo, quítale el pico y los píes y métetelo en el c…” La alegoría para los ingleses es la misma.
Esa ironía y ese humor que caracteriza tanto a los ingleses conecta de inmediato con la picardía popular de los mexicanos.
Insistiendo en el juego: la obra habla de marcianos, o sea de tipos raros, y se desarrolla en un espacio casi casi del futuro, donde las alegorías funcionan a la velocidad de los cambios que ofrece un escenario abstracto pero sorprendente, diseñado a partir de tres plataformas, en donde el tiempo se acelera como bajo el dictado de un sintetizador y se ilumina con lamparitas de LEDs como en escenario de rock.
Vértigo y confusión
Trillado será escuchar que esta obra habla sobre un par de gays. Trillado, fútil e inocente. Sin embargo cada vez que Diego Luna le pone un jugoso besote en los labios a José María Yazpik lo que surge en la sala es un silencio que incomoda: el aire se vuelve denso, sólido como el cristal y nadie se mueve de sus asientos, no vaya a ser que lo rompan.
Un observador agudo puede preguntarse ¿qué significa ese aliento contenido, tanto por las chicas que van a ver a Dieguito como por los señores maduros y decentes, personas que acuden al teatro a hacer lo que se supone hace la gente que va al teatro, que es divertirse y salirse por un rato de la realidad en que todos trabajamos y consumimos, cuando se dan el beso?
Significa que no estamos listos para dar ese paso que nos ayude a identificarnos con la historia que se nos cuenta, de tal manera que la historia de esos raros sea lo que menos importa, como es la intención y la lectura profunda que se puede hacer de Cock.
Cock es una comedia atroz sobre las alternativas de amor que tiene a la mano un individuo ultramoderno. Lo complicado de establecer relaciones e identidades cuando la sociedad ha sido atrapada en un torbellino de vértigo y delirio y en donde el ser, colmado de informaciones y tecnologías, tiene como única manera de sobrevivencia la oscilación: el individuo está condenado a no superar su propia confusión.
El tema de la sexualidad es un recurso meramente formal. Bartlett, instalado en un tiempo futuro, seguramente veía en México aparecer ante si a los fantasmas del pasado: el rechazo y la categorización de las personas.
Pero la obra es más dura que eso: habla también sobre el poder que ejerce un individuo sobre otro, el poder que se vela bajo formulaciones verbales como: “te lo dije”, “lo digo por tu bien”, “te amo como nadie te puede amar”. De esta manera, el amor es explorado desde la oscuridad.
Sin más, Cock es teatro contemporáneo, fuerte, agudo, severo, hablado en español con mucha comicidad. Hay muchos momentos para reír. El reto para el espectador es saber dónde es momento de callar y de llevar a la carne el problema de Juan (Diego Luna): Me quedó con El o con Ella, si a los dos los amo.
Diego Luna es sorprendente, seguro y natural. José María Yazpik es preciso, irreconocible: magistral. Ilse Salas cumple totalmente con un paquete enorme y con unas imagenes que quedaran grabadas en su mente, de una mujer que es llevada al limite emocional. Javier Dueñas es seguro y atinado. La dirección de Antonio Serrano es dinámica, sólida y precisa.
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